Por Martín Bonasso
El lugar olía a muerte. Los contrincantes se preparaban para lo que podría ser su ultima batalla. Es inminente, alguno de los dos tendrá que sucumbir desangrado y si bien les va gozaran una súbita muerte de un solo navajazo en el pescuezo. Me gusta el espectáculo; dinero, cerveza, whisky, coca y jovencitas dispuestas a irse con el ganador del derby.
Desde las once los partidos comenzaron a llegar. En dos camionetas lobo del año llegaron los contrincantes mas fuertes: rancho La Esperanza de San Miguel Topilejo y rancho Los Coyotes de Santiago Tepalcatlalpan, los dos han ganado derbys en diferentes ferias de Tlalpan y Xochimilco.
La inscripción por partido es de cinco mil pesos y eso multiplicado por diez da un total de un festejo sin privaciones hasta largas horas de la madrugada. El jardín del “pony”, hace las veces de un palenque hecho y derecho, como el de Texcoco o el de Aguascalientes. No les pide nada, las emociones son igual de intensas y la muerte se ve más cerca.
El juez, hace su desgastante labor pesando a todos los gallos que competirán. Trata de empatar los pesos para que no haya la mínima ventaja. Revisara las navajas para asegurarse que utilicen la adecuada y llevara los tiempos del combate.Todo esta listo, las escaramuzas no se detendrán hasta que haya un ganador, hasta ver a su contendiente morir literalmente en la raya, hasta que el pico toque la tierra y su dueño lo alce acariciándolo y agradeciéndole su valentía o que lo levante inerte, sangrando por el pico y aventándolo a la fosa común de los perdedores.
Son las dos de la tarde, las gradas están hasta el tope, el redondel espera pacientemente las primeras gotas de sangre. En lo mas alto de la grada central, se ve a Don chayito alineando a una chica de unos dieciséis o diecisiete años, a esta no parece disgustarle, se avienta cuatro al hilo y un buen trago de cerveza para entrar mas en ambiente.
Los primeros partidos se ven listos para la acometida. Presentan a sus gallos. De rancho Los Coyotes un jumper americano, su línea es perfecta, casi una obra de arte; se pasea altaneramente frente a todos, el publico cuchichea entre si, alabando las virtudes del colorado. El soltador lo jala de su cola, decide que es suficiente. Del lado rojo, el rancho Las Maravillas presenta un Sweater legítimo. No tiene buena pinta, le falta coraje, parece no saber que demonios esta haciendo ahí. Todas las apuestas están en su contra.
Los soltadores los presentan mutuamente, dan unos cinco o seis pasos hacia atrás y a la orden del juez sueltan sus gallos.
El jumper sale con el entusiasmo de asesino serial, el sweater no se mueve, aun esta confundido pero repele el ataque con sus patas. El colorado contraataca y su contrincante sigue sin moverse, esta vez no lo pudo esquivar, se le ve una cortada profunda debajo de su ala izquierda. El dolor de la lesión lo hace reaccionar y se levanta lo mas que puede tratando de hacerle el mayor daño posible al colorado. Su fuerza no es la misma y falla. Plumas vuelan por doquier y un charco de sangre pinta la tierra. El jumper, ahora mas agresivo, desea acabar esto rápido… su ofensiva es mortal. Se oye el revoloteo de alas, no se distinguen bien los cuerpos por el polvo ocasionado. El sweater aun vive, mejor dicho agoniza. El colorado cansado por la arremetida solo le da picotazos en la cabeza.
El dueño intempestivamente se mete al cerco. Agarra su gallo y lo levanta, dando la pelea al colorado. Su gallo aun agoniza, la sangre escurre por su pico y empieza a tener convulsiones. Con pasos desolados se dirige a inaugurar el mausoleo.
Decido acompañar el trayecto y me quedo solo con el gallo, aun vive. Todo ensangrentado sufre sus últimos ataques. Miro sus ojos, los mantiene abiertos y parece decir: nevermore…nevermore.
viernes, 15 de diciembre de 2006
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