La pasión por la pasión.
Un 27 de enero de hace 250 años, nació el gran músico austriaco Wolfgang Amadeus Mozart. En todos los rincones del mundo se llevara a cabo esta celebración. Cada uno a su modo, realizara actividades que van desde conciertos, biografías, libros y discos conmemorativos, hasta figuritas en miniatura del compositor.
La literatura no se podía quedar atrás. Por ello quiero recuperar en estas líneas al gran maestro Charles Bukowski. No puedo concebir el uno sin el otro: literato/ músico en un gran proyecto.
Cómo poder imaginar al buko escribiendo “Poemas de un viejo indecente”, sin estar escuchando la Sonata en do menor para piano o el concierto 23 en la mayor para piano; o tal ves escribiendo “La senda del perdedor” escuchando alguna Obertura o la Gran misa en do menor. Me resulta excitante pensar en esta menuda amalgama divino / maldito.
Son dos aspectos, según yo, que se cruzan para coincidir en sus obras. Uno es la vida que llevaron. Ambos acariciaron, tocaron e hicieron lo que quisieron con la belleza, la armonía y la lucidez. Cada uno a su modo se refugiaba en su mundo para buscar una belleza que muy pocos entienden y muchos menos lo logran. La pasión por lo que realizaban era ejemplar, casi una locura. En la decadencia de sus vidas- si es que se le puede llamar así- crearon sus máximas obras de arte, me imagino y coincido que es cuando mejor se sentían, era lo que al fin de cuenta buscaban: perderse del mundo para así poder crear desde el ser. Al buko le daba igual si lo leían o no, no le importaba la critica y le valía si lo publicaban, se conformaba con tener algunas monedas para seguir bebiendo y escribiendo. Mozart fue el primer músico que se independizo de reyes, príncipes y todos esos ridículos cargos de su época. Creaba de forma autónoma sus armonías, sin ningún compromiso. Los exquisitos de Viena, vieron mal esta rebeldía y de inmediato le dieron la espalda, situación que no le importó al “divino”y siguió soñando con su mundo musical.
Otro de las líneas coincidentes son sus creaciones, las propias obras que realizaron a lo largo de sus vidas. Obras que sobrepasaron el tiempo de su autor. Por su magnitud, universalidad, originalidad y belleza han sobrevivido y seguirán presentes por el resto de la humanidad. Pocas obras de arte pueden gozar de la eternidad, estas dos son unas de esas. Tal ves se nos olvide quien fue el autor, pero estoy seguro que todos alguna ves hemos escuchado La pequeña serenata nocturna en sol mayor, una inigualable experiencia. O quien no ha leído La senda del perdedor o Música de cañería, estos textos que te hacen sentir vivo, te hacen sentir miserable como la vida misma. Por eso pienso que tal ves Mozart y Bukowski, sólo fueron un medio para darnos a conocer estas obras que nos hacen vibrar y volver a creer en la capacidad del ser humano en estos días de austeridad poética.
Por lo pronto, con su permiso volaré escuchando alguna Obertura, leyendo La maquina de follar y por supuesto con un buen whiski en la mano.
Publicado en Gaceta Monitor Radio. Marzo 2006
miércoles, 29 de agosto de 2007
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